4º dia Gante

Gante… Gand… Gent… Otro hermoso día que amanece soleado en Bruselas. Estupendo! El tiempo prometía mucha lluvia, menos mal que estos siempre se equivocan… Después de arreglarnos nos bajamos al súper y nos cogimos unas ciruelas para desayunar, ahí están… verdes, ácidas e incomibles… en fin, que ya veríamos una vez en Gante… Con una buena sonrisa, nuestro buen amigo de la estación de tren, que nos enteramos que es un estudiante, así lo explican los carteles de la taquilla y así lo pone su camiseta… nos vendió esta vez los billetes para Gante. Curiosamente al mismo precio que los de ayer, debe ser tarifa única… A las 11 en Gante y lo primero que nos sorprendió es la inmensa cantidad de bicicletas que allí hay. Los parques que rodean la estación están totalmente abarrotados de ellas perfectamente aparcadas en los sitios establecidos, y en el centro las ves circular por todos lados. Está prácticamente peatonalizado así que sólo comparten espacio con los tranvías y los coches de caballos, muy habituales en toda Bélgica. En la info de la estación, difícil de encontrar ya que no es de turismo sino una simple consigna, nos proporcionaron un mapa y nos indicaron amablemente por donde ir al centro. En inglés, eso sí, aquí te esfuerzas por hablar francés y la gente, no sé porque razón, te contesta en inglés… Debe ser porque en estas zonas prácticamente sólo se habla flamenco, de hecho todas las indicaciones, carteles, menús, etc. están en esa lengua y así los oyes hablar. Nos dijo que nos llevaría unos 20-25 minutos andando y así fue, pero lo que no nos dijo es que la línea de tranvía comienza allí y se mete de lleno en el centro histórico… Lo pone bien claro en el plano pero hasta que te vas enterando… Como el hambre apretaba Beli se atrevió con un bocado muy habitual allí, una especie de bollito de hojaldre preñado con una salchicha, estaba bueno. Fer fue más “prudente” y se tiró a la pastelería conocida… No dimos el primer bocado cuando nos encontramos en plena plaza central con sus famosas tres torres; la catedral de San Bavón, el campanario municipal y la iglesias de San Nicolás, espectaculares. Hay que tener cierto cuidado con los tranvías, circulan por toda la plaza y los espacios no están delimitados, así que tienes que atreverte a estar constantemente cruzando los raíles. No hay coches pero corres el riesgo de ser atropellado por una bicicleta o un carro de caballos… Como es habitual nos pegamos un buen callejeo fotografiando todo lo que llamaba nuestra atención, nos gusta perdernos por las zonas más llamativas y descubrir por nosotros mismos pequeñas calles y rincones especiales alejados del turismo. El río también atraviesa Gante, así que descubrimos puentes, canales, pasarelas, barquitos, callejuelas. Existe aquí una cantidad inmensa de construcciones tradicionales, tanto las peculiares casitas belgas, y no tan casitas ya que son grandes y con varios pisos, como los centenarios edificios tanto civiles como religiosos (la mayor parte fechados en 1700) Merece la pena ver por dentro, es espectacular, no sólo por el políptico del cordero místico que por cierto cobran la entrada, aunque si te mueves por dentro descubres varias reproducciones en la gran cantidad de capillas que posee llenas de obras de arte (incluido un cuadro de Rubens), magníficos mármoles, tallas, sillerías, etc. Existen unos personajes que te entran y te hacen poner tus datos en un papel y firmar, luego te cobran la voluntad. No son más que “gorilas” de sacristía… Ni un duro, se aprovechan de los turistas para hacerles creer que hay que dar algo para ver la iglesia. Después de mucho caminar y ya un tanto cansados, esta vez se nos hizo tarde y comimos a eso de las tres, nos paramos en el Restaurante de Jacob (El único que nos dio de comer a esa hora…) en el barrio de Patershol. Un menú estupendo por 11 euros en el que repetimos platos tradicionales, Fer una carbonnade muy rica con el habitual bol de patatas (repito, para dos) y Beli un pollo en salsa de champiñones delicioso, acompañado con unas croquetas de patatas!!! Muy ricas, allí hasta hay un museo dedicado al tubérculo… Luego seguimos callejeando, nos merendamos los habituales bombones e hicimos una fugaz visita al castillo, es espectacular pero entre que era tarde (y aquí todo cierra pronto) y lo que cobran decidimos no entrar, las fotos por fuera son más que suficiente. Nos perdimos un poquito más en Patershol donde en un par de ocasiones hubo que tirar de paraguas. Fue una cosa leve y pasajera, el resto del día aguantó bien Ya llenos de historia y satisfechos por lo visto decidimos retirarnos pronto no sin antes comprarnos unas “narices gantesas” en un original puesto callejero. Son unos dulces cónicos de color morado y sabor a frutas del bosque que se deshacen en la boca. Riquísimos… Los kilómetros que hacemos a diario ya se empiezan a notar así que la vuelta decidimos hacerla a caballo del tranvía que tanto hemos visto a lo largo del día. Es tarea fácil, no hay más que seguir la ruta (la roja…) y en la primera parada que te encuentres sacas los billetes en las maquinitas que en ellas existen (1,20 €) A las 19:30 ya estábamos en el hotel, nos cogimos unas cositas en el super y ya en la habitación nos preparamos un rica cenita improvisada. En la foto la veréis Otro día más que se fue en Bélgica, mañana un poquito de Bruselas, que la hemos disfrutado poco. Hay que ver el Atomium!!! Besos y hasta mañana Fer y Beli